La sexualidad no caduca. Todas las personas somos sexuadas desde el momento en que nacemos hasta el momento en que morimos.
Sin embargo, vivimos en una sociedad que asocia la sexualidad con la belleza, la fertilidad y la juventud. Y por estos motivos, demasiado a menudo, la sexualidad de las personas mayores se ignora o se desatiende. Esto supone un terrible error y un gran problema, pues la sexualidad forma parte de la calidad de vida y de la salud de todas las personas.
Las personas mayores sufren edadismos y otros tipos de discriminación, y son una población vulnerable frente a abusos y negligencias.
Como en cualquier otra etapa de la vida, las personas de la tercera edad que forman parte del colectivo LGTBI+ están expuestas a diario a muestras de LGTBIfobia.
A estos factores se suma además que forman parte de una generación que recibió una nula educación sexual, sino que fueron víctimas de una época en la que la sexualidad era sistemáticamente reprimida y las sexualidades no-normativas (las minorías sexuales) eran perseguidas y castigadas.
Estas personas que ahora forman el grupo de mayor edad en nuestra sociedad crecieron con leyes tales como las de «Vagos y Maleantes» o de «Peligrosidad social», que directamente señalaban a los homosexuales como enfermos o delincuentes.
Convivir con este clima social puede haber influido en las actitudes de muchas estas personas, con lo cual gran parte de los mayores LGTBI+ sufren un mayor riesgo de ser rechazados por sus coetáneos e incluso haber desarrollado homofobia o transfobia interiorizada ellos mismos.
Es importante, por tanto, trabajar para informar y ayudar a estas personas a que puedan expresar libremente su sexualidad, sin descuidar otros aspectos como la prevención de infecciones de transmisión sexual o el placer.
